
A mi abuelo Cándido, que con tanta ilusión trabajó en esta bodega haciendo vino. A mis padres y familia, que nunca dejaron de animarme en este sueño. Sin ellos hubiera sido imposible. A Jéssica y otros tantos amigos, que han podido hacer de este sitio algo tan especial como un hogar. Y cómo no, a mi maravilloso equipo, el cual hace que cada día merezca la pena. Gracias a todos.